Capítulo I: Abastecerse es lo primero


Llevaba varias horas caminando por la ciudad, buscando comida y tratando de encontrar un refugio para pasar la noche, o quizá el resto de lo que le quedaba de vida. Había visitado zonas que le habían sido muy familiares antaño: La cafetería donde desayunaba antes de ir al trabajo, el supermercado que le llevaba la compra a su casa, el parque donde paseaba a su perro...

Su perro ¿qué habría sido de él? Muerto posiblemente, al igual que muchos otros seres vivos. Se propuso encontrar su cuerpo en cuanto acabara planes más urgentes, como encontrar una fuente de alimento duradera o un medio de transporte. Bueno, al menos estaría entretenido durante un par de semanas.

Siguió paseando durante horas, ya no recordaba la última vez que había comido algo, y de haberlo hecho, su estómago le habría respondido con furia por torturarle con la imagen de alimentos sabrosos. Necesitaba comer y algo de atención médica, o al menos drogas para calmar su dolor, así que se puso rumbo al hospital más cercano.

Fue fácil encontrarlo. En unos quinientos metros a la redonda el suelo estaba repleto de cristales de material quirúrgico, microscopios, escalpelos... Aquello estaba desolado, una cruz roja de acero estaba tirada y retorcida en el suelo junto con los arneses que la mantenían sujeta a la pared. La pintura había sido teñida de un color amarillento y partes del edificio aún se mantenían en pie. Esperaba encontrar algo de comida enlatada en las despensas del hospital y algún tipo de tablilla o reconstituyente para disminuir el dolor de las costillas.

A pesar de su mala suerte hasta entonces, por una vez, la fortuna le sonreía y le concedió el capricho de satisfacer sus necesidades actuales. Encontró comida para un par de días o una semana, y abundantes reservas de medicamentos que le servirían en caso de alguna epidemia que hubiera podido desarrollarse con el cambio de clima. Mientras seguía buscando, detuvo su vista en una caja metálica sobre un montón de cajas vacías ya exploradas. "¿Qué será eso?" Pensó. Cuidadosamente lo abrió, y vió en su interior un juego de jeringuillas y cinco ampollas de cristal amarillento. Sus básicos conocimientos de medicina le hacían sospechar de ese compuesto, hasta que detrás del papel acolchado que mantenía las partes de cristal en un estado seguro, encontró un tratado explicando la forma correcta de emplear la tetrodotoxina.

"Vaya... curioso..." Su mente empezaba a calcular todas las posibles salidas que tenía en ese instante. Estaba claro que no iba a encontrar muchos humanos por donde vivía, y no sabía con certeza si encontraría más comida en el plazo de una semana. Envenenarse... podría ponerle fin a todo, pero antes preferiría optar por agotar todas sus oportunidades. De todas formas, se llevó la caja consigo, no iba a morir de hambre ni de una larga enfermedad que le impidiera valerse por sí mismo.

Con un cobijo, comida y medicinas, decidió salir en busca de otros posibles supervivientes, pero sin alejarse demasiado de su nuevo hogar. Dejó marcas, escrituras y objetos extraños en lugares poco comunes, señalando la localización exacta de su nueva base. Con suerte, alguno de los lectores de esas pistas pudieran encontrarlo aunque él no estuviera buscando a nadie en ese momento.

También comenzó a emplear un papel reseco con un poco de tinta, a modo de diario. Por lo menos tendría algo que leer, aunque fuera su propia vida. O no olvidaría lo que le ha pasado por culpa del alzheimer, enfermedad muy común entre los hombres y mujeres un poco mayores que él. Esto es todo lo que se encontraría de su vida...


Día 3: Hoy he empezado la segunda caja de provisiones. He mellado un bisturí para hacerlo, pero tengo bastantes todavía. Sigo esperando alguna señal de otros supervivientes, pero de momento no tengo noticias. He encontrado un poco de cuerda y un cristal con forma extraña. Quizá pueda utilizarlos dentro de una semana cuando me toque hacer una inspección por el puerto, podría comer un poco de pescado en lugar de esta especie de argamasa blanca. Cómo echo de menos el comer caliente... iré mañana a la biblioteca para informarme sobre la disposición de piedras no porosas, que ya hayan secado para poder hacer chispa y calentar la comida. He dispuesto unas cuantas toneladas de madera en el helipuerto del hospital, creo que se sequen en un par de días más. Para entonces espero haber encontrado algo con lo que encenderlas.







Bueno, el episodio 3 lo he logrado encontrar por entre unos discos, el 2 lo he perdido y el 6 está a medias. Prometo que esto no me llevará más de 15 días el reconstruirla entera, tengo buena memoria y me acuerdo del argumento central, aunque quizá elimine algunas partes que veo que ya no me sirven, y añada algunos detalles (ejemplo del veneno de pez globo, antes usaba la nitroglicerina)

Un saludo y espero que os guste un poco este, no es tan... lírico no bonito como el primero, pero está mas desarrollado. Ah, no espereis nombres en la historia, nunca los escribí. Creo que es la primera novela en la que ningún personaje tiene nombre.

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