Capítulo VI: Desprecio




Ya habían pasado varias semanas desde su llegada a ciudad y aun así no conocía con totalidad todo el recinto. Toda la vida se centralizaba desde una amplia plaza cuadrada de piedra en la que se situaba la entrada a la catedral, direccionada opuestamente a la salida de ese nivel semicircular. En el segundo nivel había varios cientos de casas empotradas en la muralla, exactamente el mismo paisaje que se podía observar en las restantes capas de la ciudad-fortaleza.

Hace ya días que Tarkión no aparecía por su cuarto para informarle de las novedades. Pero incluso a pesar de ello, observa que el ambiente empieza a llenarse de crispación y nerviosismo a cada lugar por donde él va. Cada paso, cada metro y cada nivel que rebasa es observado con ojos de odio. "Al menos no han perdido las características básicas de la especie" piensa para sí a modo de consuelo. Sin embargo no deja de preguntarse el por qué de esa hostilidad encubierta, ni siquiera le permiten coger alimento de los almacenes como al resto, ni pasear libremente por la plaza. Recluso en la ciudad de los supervivientes, sus "salvadores" como así se hacían llamar.

Un altavoz informa para toda la ciudad "Se ruega a los ciudadanos que localicen al superviviente y lo dirijan al centro". Ni siquiera la voz les hizo ser un poco amables con él. A pesar de haberla oido todos, nadie se acercó para darle el aviso. Por suerte sabía donde estaba el centro, se dirigió allí de inmediato tras las mismas miradas de desprecio a las que se había enfrentado durante semanas.

La puerta se abrió a su llegada, y al fondo del mostrador pudo ver a Tarkión con rostro serio. El recinto era de un color blanco impoluto, sin asientos ni nada que lo hiciera especial. A decir verdad, era una simple caja de cartón pintada de blanco con una puerta de cristal para salir al exterior.

-Bueno, supongo que habrás notado ciertas... actitudes de los ciudadanos hacia tí. -Tarkión se giró sobre los talones y trato de parecer alegre.- Te voy a ser sincero amigo... mucha gente ha votado para que seas ejecutado. No sé de que te conocen, o que les has hecho antes del desastre, pero no les caes nada bien.

-...

-No hace falta que digas nada, ya me he encargado de todo. Yo no soy de aquí por lo que desconozco la política anterior a mi llegada. Me veo obligado a dar un voto de confianza, pero nadie quiere que te quedes en la ciudad... con vida. Por eso he optado por una pequeña solución. Asiente si estás de acuerdo.

Movió la cabeza de forma afirmativa, y antes de que Tarkión volviera a hablar, una muchedumbre enfurecida entró en el recinto, golpeándolo con furia en la cabeza y llevándoselo.

-Lo lamento chico... así ha tenido que ser... espero que todo salga bien.

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